|compartir| Rafael Caldera // Reflexiones de Tinajero DIARIO miércoles 15 de febrero de 2006 12:00 AM Observación internacional
La lucha por la democracia es un esfuerzo de todos los países. Para asegurar que las elecciones dejen plena libertad a los votantes de escoger el candidato de sus preferencias y le den la seguridad de que su voto no será alterado, se ha introducido la costumbre de invitar para los procesos a observadores internacionales, que vienen en situaciones respetables por sus antecedentes y por sus características.
El sistema electoral venezolano ha funcionado invitando a observadores, pero pareciera que todo lo que se busca con estos observadores es que le den confianza a los resultados, pero los organizadores del proceso no se creen obligados a cumplir las reglas que garanticen la transparencia y la rectitud del proceso electoral. Los señores del CNE y del Gobierno han considerado que los observadores se deben limitar a decir que se hizo la convocatoria, que se contaron los votos y tuvieron el resultado que se anuncia. Pero esto no es suficiente; esos observadores están obligados por su propia responsabilidad a señalar los aspectos que sean más importantes en el proceso. Por esto, los observadores enviados por la Organización de Estados Americanos a Venezuela se sintieron obligados a hacer constar el elevadísimo nivel de abstención que hubo en las elecciones, como es necesario reconocer la verdad, si esta abstención electoral fue voluntaria, y estuvo fundada en la falta de confianza de los electores por el proceso electoral. El Gobierno, sin embargo, consideró una ofensa el haber planteado en una reunión del Consejo de la Organización para los Estados Americanos, el hecho de la abstención como consecuencia de la falta de confianza de los electores en esas autoridades actuales. Plantearon otras observaciones más de verdadera importancia, pero esta fue la fundamental. Y el Gobierno consideró una ofensa y una maniobra malintencionada el hecho de haber planteado en el Consejo de la Organización el informe de la abstención. Los observadores con su informe, lo que estaban eran cumpliendo con su obligación. Si se invita a un observador es con el objeto de que después justifique todos los aspectos del proceso. Los observadores enviados por la OEA justificaron el proceso, pero no pudieron menos que señalar el hecho tan relevante de la abstención, en la cual la inmensa mayoría de los venezolanos se negó a votar, a pesar de la presión y las maniobras del Gobierno para tratar de aumentar la concurrencia. ¿Qué pasará con las elecciones presidenciales de diciembre? Es posible que no se invite a los observadores, porque los consideren un instrumento peligroso. La cuestión está planteada, pero está planteada sobre todo como una cuestión fundamental. Se va a dirimir la controversia sobre el papel de los observadores electorales. ¿Van a ser unos mirones que pongan su firma en lo que los que los han invitado les señalen? ¿O se va a traer observadores con autoridad moral y jurídica para hacer las observaciones que consideren indispensables? Lo cierto del caso es que la reunión del Consejo de la OEA pone muy en duda la validez del proceso del cual salió la actual Asamblea Nacional. El que lea el Informe de la OEA llegará a la conclusión de que la legitimidad de la Asamblea electa no existe y que tienen razón los ciudadanos que se negaron a concurrir a emitir votos espurios, ilegítimos.
Rflxs d Tinajero Nectario... Falleció en Maracaibo el doctor Nectario Andrade Labarca y su presencia en los cuadros de la opinión pública trae el recuerdo de un hombre que fue ejemplo de virtudes, entregado al deber y dado al cumplimiento de sus compromisos. Nectario fue un hombre humilde, y su humildad lo acompañó durante toda su vida. Se entregó al estudio, hizo una carrera universitaria brillante, a través de la cual culminó lo que había sido la aspiración de toda su vida, el profesorado de la universidad. En la universidad se le respetaba. Se le consideraba un verdadero prototipo de las Ciencias Jurídicas y de la docencia universitaria.
Fue fundador de la UNE, la Unión Nacional Estudiantil, semilla del Movimiento 'Demócrata Cristiano de Venezuela. Fue fundador de Copei y se le consideró un genuino representante de los ideales de la democracia cristiana. Recorrió todos los caminos del Zulia y navegó en piragua de un extremo a otro del lago de Maracaibo, llevando la palabra de la nueva Venezuela. Fue un orador muy estimado en los cuadros de Copei.
Cuando llegamos al Gobierno, en 1968, le pedí que ocupara el Ministerio del Trabajo. Aceptó e hizo una labor reconocida, por su eficacia y por su espíritu de comprensión y de fervoroso énfasis en la paz social.
Después del Ministerio del Trabajo ocupó el Ministerio de Relaciones Interiores, donde cumplió una labor brillante. Durante mis salidas al exterior ocupó la Presidencia de la República y lo hizo con su acostumbrada modestia, pero con sólida distinción.
Terminado el período constitucional, no más concluyeron sus labores en el Ministerio de Relaciones Interiores y ya estaba empacando su modesto equipaje para volver a su amada tierra zuliana. No estaría un día más en la capital de la República. Volvió a Maracaibo a su cátedra universitaria, en la cual estuvo hasta el final de sus días, hasta que la salud física le impidió continuar sus labores y tuvo que reducirse a la intimidad de su hogar, el lugar sedentario de visita de todo el que tenía preocupación por los intereses del Zulia. Participó en la campaña electoral que me llevó por segunda vez a la Presidencia de la República y lo hizo con absoluto desinterés. Pronunció unos discursos vibrantes, que sirvieron para ratificar el cariño y el respeto que todos los zulianos tenían por su amado Nectario.
Su muerte constituye un motivo para recordar que en la democracia “puntofijista” había voluntad de ejercer el gobierno con rectitud impecable y con profundo desinterés. Como él, y aun cuando no estuvieran al mismo nivel donde él llegó, hubo muchos hombres y mujeres que entregaron la pasión de su vida al servicio del pueblo y que fueron a la tumba con la hoja de servicios limpia, en el manejo de los servicios colectivos. Por eso, la muerte de Nectario ha sido una oportunidad para que el espíritu zuliano se manifieste en su calidad genuina.
Su nombre será siempre recordado con verdadero sentido de afectuosa veneración.
EL MOVIMIENTO de Independencia en Venezuela tuvo en sus orígenes una característica federal. Las provincias aparecen como un sujeto creador de la nueva entidad política, Venezuela, que se construyó sobre base de la Real Cédula de septiembre de 1777. La Declaración de Independencia, con fecha formal del 5 de julio de 1811, fue hecha por Caracas, Cumaná, Barcelona, Barinas, Margarita, Mérida y Trujillo. Caracas sigue siendo la cabeza. Ya se había establecido esa tradición cuando el rey de España reconoció la supremacía de los concejales de Caracas, ante ausencia del gobernador.
Cuando el Libertador logra la liberación de Guayana, y establece a Angostura como la capital, consideró un acto de justicia y político, la incorporación de Guayana como una provincia de la Unión Federal. De allí el decreto de colocación de una nueva estrella en el Pabellón Nacional. Pero se preguntan los historiadores: ¿por qué esa disposición de Bolívar no se ejecutó? Hay que tomar en cuenta que en los primeros tiempos de la República no existían dentro de la identidad nacional dos entidades importantes, desde el punto de vista real e histórico, que fueron Maracaibo y Coro. Maracaibo vino a formar parte de la entidad independiente cuando se consumó el movimiento que patriotas zulianos adelantaron para asegurar su fisonomía irrenunciable de venezolanidad, el movimiento de declaración de Maracaibo y del Zulia como una parte integrante de Venezuela. Después vino la incorporación de Coro. Maracaibo y Coro podían tener el derecho de reclamar su presencia simbólica en la unidad de Venezuela. No hemos visto que hubiera habido un movimiento en cada una de estas entidades para que se incorporara otra estrella. De haberlo planteado, era imposible negarlo y entonces en vez de las ocho estrellas, serían diez las que vendrían a reflejar la entidad político-territorial que comprendiera el territorio actual de la nación. Todos, los siete firmantes de la declaración del 5 de julio de 1811 y los que firmaron después ya eran venezolanos que tenían arraigado el sentimiento nacional.
La cuestión de los símbolos nacionales es algo que depende de muchas circunstancias. La aspiración universal es a que cada país tenga sus símbolos con carácter definitivo. Son símbolo de la identidad. Y el error más grande es la modificación que se ha realizado en muchos países. Me atrevería a insinuar que en casi todos se han realizado modificaciones para expresar sentimientos de diversas corrientes o grupos que han ejercido la personería de sus respectivas entidades durante algún tiempo. Estados Unidos, por ejemplo, agregó una estrella al incorporar un estado a su territorio. Si en Venezuela se estableciera una estrella por cada nuevo estado tendríamos que llegar a las veinticuatro tal vez, lo cual le daría una deformación a nuestro símbolo nacional. Pero, después de discutir la materia, los patriotas concluyeron que era más propio mantener las siete estrellas como un recuerdo del origen del país, como un recuerdo permanente al 5 de julio de 1811. Mientras se muevan los signos menos valor tendrán. El valor de los símbolos de la patria está vinculado al hecho de su permanencia.
Mientras más prevalece un símbolo, más valor tiene en el sentimiento nacional. El Orinoco será siempre el río de las siete estrellas como lo llamó Andrés Eloy.
A la culminación del proceso que ha vivido el país en búsqueda de una revocación democrática en la Presidencia de la República, los resultados todavía no están suficientemente claros y se quiere impedir el ejercicio de los derechos a la oposición. En todo caso, sea cual sea el resultado final del referendo, hay un hecho imposible de desconocer, que existe un elevado porcentaje de venezolanos que no está de acuerdo con el gobierno del presidente Chávez y que está dispuesto a mantenerse en la oposición. Y esa oposición debe respetarse.
La existencia de una oposición es un elemento indispensable del sistema democrático. La garantía para aquellos ciudadanos que no están de acuerdo con el Gobierno y su derecho a expresar sus puntos de vista son un elemento indispensable para que se pueda decir que existe un régimen democrático. Por ello, es un error del presidente Chávez el salir a descalificar a esa oposición que votó por su salida de la Presidencia y que merece todo el respeto que corresponde a los movimientos de oposición de los países verdaderamente democráticos.
La oposición tiene derecho a que se le respete. Tiene derecho a expresar sus ideas y ejercer sus derechos y facultades. Desconocérselo es desconocer la existencia de la democracia.
Por tanto, la campaña que se está realizando por los voceros de la oposición democrática para que se demuestre la existencia de un fraude electrónico es de una gran importancia. Si revisamos en forma completa y total el estado de la votación y se confirman los resultados dados por los voceros del Gobierno, habrá que aceptarlos, pero si se confirma el estudio de los resultados arrojados por las máquinas electrónicas que dijo otra cosa de la voluntad de los electores, la rectificación es indispensable. Esto es fundamental. El respeto a los derechos de la oposición es punto de partida para que se diga que en Venezuela ha triunfado el sistema democrático. Lo otro es ir a una situación de presión que dejaría la duda del caso y que crearía una desconfianza total en los próximos eventos electorales. En lo inmediato, lo más urgente es la renovación del mandato de los gobernadores de estado y alcaldes municipales. Pero ir a una elección sin tener confianza en que los elegidos representan efectivamente la voluntad de los electores sería fatal. Esto es muy claro y debe entenderlo el presidente de la República. Tienen perfecto derecho los electores que estuvieron en colas de 7, 10 y más horas de espera para emitir su voto, a lo que los obligó una operación morrocoy, al desconocimiento de los resultados ofrecidos y a reclamar la rectificación. El derecho a la duda es indiscutible. Los que se sacrificaron para expresar su voto aguantando hasta altas horas de la noche tienen derecho a que se respete su duda. Este derecho a la duda debe conducir a una claridad definitiva.
En todo caso, la oposición existe, está viva y vigorosa, ha dado muestras de voluntad, de sacrificio para ejercer sus derechos.
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ResponderEliminarRafael Caldera // Reflexiones de Tinajero
DIARIO
miércoles 15 de febrero de 2006 12:00 AM
Observación internacional
La lucha por la democracia es un esfuerzo de todos los países. Para asegurar que las elecciones dejen plena libertad a los votantes de escoger el candidato de sus preferencias y le den la seguridad de que su voto no será alterado, se ha introducido la costumbre de invitar para los procesos a observadores internacionales, que vienen en situaciones respetables por sus antecedentes y por sus características.
El sistema electoral venezolano ha funcionado invitando a observadores, pero pareciera que todo lo que se busca con estos observadores es que le den confianza a los resultados, pero los organizadores del proceso no se creen obligados a cumplir las reglas que garanticen la transparencia y la rectitud del proceso electoral. Los señores del CNE y del Gobierno han considerado que los observadores se deben limitar a decir que se hizo la convocatoria, que se contaron los votos y tuvieron el resultado que se anuncia. Pero esto no es suficiente; esos observadores están obligados por su propia responsabilidad a señalar los aspectos que sean más importantes en el proceso. Por esto, los observadores enviados por la Organización de Estados Americanos a Venezuela se sintieron obligados a hacer constar el elevadísimo nivel de abstención que hubo en las elecciones, como es necesario reconocer la verdad, si esta abstención electoral fue voluntaria, y estuvo fundada en la falta de confianza de los electores por el proceso electoral. El Gobierno, sin embargo, consideró una ofensa el haber planteado en una reunión del Consejo de la Organización para los Estados Americanos, el hecho de la abstención como consecuencia de la falta de confianza de los electores en esas autoridades actuales. Plantearon otras observaciones más de verdadera importancia, pero esta fue la fundamental. Y el Gobierno consideró una ofensa y una maniobra malintencionada el hecho de haber planteado en el Consejo de la Organización el informe de la abstención. Los observadores con su informe, lo que estaban eran cumpliendo con su obligación. Si se invita a un observador es con el objeto de que después justifique todos los aspectos del proceso. Los observadores enviados por la OEA justificaron el proceso, pero no pudieron menos que señalar el hecho tan relevante de la abstención, en la cual la inmensa mayoría de los venezolanos se negó a votar, a pesar de la presión y las maniobras del Gobierno para tratar de aumentar la concurrencia. ¿Qué pasará con las elecciones presidenciales de diciembre? Es posible que no se invite a los observadores, porque los consideren un instrumento peligroso. La cuestión está planteada, pero está planteada sobre todo como una cuestión fundamental. Se va a dirimir la controversia sobre el papel de los observadores electorales. ¿Van a ser unos mirones que pongan su firma en lo que los que los han invitado les señalen? ¿O se va a traer observadores con autoridad moral y jurídica para hacer las observaciones que consideren indispensables? Lo cierto del caso es que la reunión del Consejo de la OEA pone muy en duda la validez del proceso del cual salió la actual Asamblea Nacional. El que lea el Informe de la OEA llegará a la conclusión de que la legitimidad de la Asamblea electa no existe y que tienen razón los ciudadanos que se negaron a concurrir a emitir votos espurios, ilegítimos.
Rflxs d Tinajero Nectario...
ResponderEliminarFalleció en Maracaibo el doctor Nectario Andrade Labarca y su presencia en los cuadros de la opinión pública trae el recuerdo de un hombre que fue ejemplo de virtudes, entregado al deber y dado al cumplimiento de sus compromisos. Nectario fue un hombre humilde, y su humildad lo acompañó durante toda su vida. Se
entregó al estudio, hizo una carrera universitaria brillante, a través de la cual culminó lo que había sido la aspiración de toda su vida, el profesorado de la universidad. En la universidad se le respetaba. Se le consideraba un verdadero prototipo de las Ciencias Jurídicas y de la docencia universitaria.
Fue fundador de la UNE, la Unión Nacional Estudiantil, semilla del Movimiento 'Demócrata Cristiano de Venezuela. Fue fundador de Copei y se le consideró un genuino representante de los ideales de la democracia cristiana. Recorrió todos los caminos del Zulia y navegó en piragua de un extremo a otro del lago de Maracaibo, llevando la palabra de la nueva Venezuela. Fue un orador muy estimado en los cuadros de Copei.
Cuando llegamos al Gobierno, en 1968, le pedí que ocupara el Ministerio del Trabajo. Aceptó e hizo una labor reconocida, por su eficacia y por su espíritu de comprensión y de fervoroso énfasis en la paz social.
Después del Ministerio del Trabajo ocupó el Ministerio de Relaciones Interiores, donde cumplió una labor brillante. Durante mis salidas al exterior ocupó la Presidencia de la República y lo hizo con su acostumbrada modestia, pero con sólida distinción.
Terminado el período constitucional, no más concluyeron sus labores en el Ministerio de Relaciones Interiores y ya estaba empacando su modesto equipaje para volver a su amada tierra zuliana. No estaría un día más en la capital de la República. Volvió a Maracaibo a su cátedra universitaria, en la cual estuvo hasta el final de sus días, hasta que la salud física le impidió continuar sus labores y tuvo que reducirse a la intimidad de su hogar, el lugar sedentario de visita de todo el que tenía preocupación por los intereses del Zulia. Participó
en la campaña electoral que me llevó por segunda vez a la Presidencia de la República y lo hizo con absoluto desinterés. Pronunció unos discursos vibrantes, que sirvieron para ratificar el cariño y el respeto que todos los zulianos tenían por su amado Nectario.
Su muerte constituye un motivo para recordar que en la democracia “puntofijista” había voluntad de ejercer el gobierno con rectitud impecable y con profundo desinterés. Como él, y aun cuando no estuvieran al mismo nivel donde él llegó, hubo muchos hombres y mujeres que entregaron la pasión de su vida al servicio del pueblo y que fueron a la tumba con la hoja de servicios limpia, en el manejo de los servicios colectivos. Por eso, la muerte de Nectario ha sido una oportunidad para que el espíritu zuliano se manifieste en su calidad genuina.
Su nombre será siempre recordado con verdadero sentido de afectuosa veneración.
ResponderEliminarRafael Caldera // Reflexiones de Tinajero
Las estrellas de la bandera
EL MOVIMIENTO de Independencia en Venezuela tuvo en sus orígenes una característica federal. Las provincias aparecen como un sujeto creador de la nueva entidad política, Venezuela, que se construyó sobre base de la Real Cédula de septiembre de 1777. La Declaración de Independencia, con fecha formal del 5 de julio de 1811, fue hecha por Caracas, Cumaná, Barcelona, Barinas, Margarita, Mérida y Trujillo. Caracas sigue siendo la cabeza. Ya se había establecido esa tradición cuando el rey de España reconoció la supremacía de los concejales de Caracas, ante ausencia del gobernador.
Cuando el Libertador logra la liberación de Guayana, y establece a Angostura como la capital, consideró un acto de justicia y político, la incorporación de Guayana como una provincia de la Unión Federal. De allí el decreto de colocación de una nueva estrella en el Pabellón Nacional. Pero se preguntan los historiadores: ¿por qué esa disposición de Bolívar no se ejecutó? Hay que tomar en cuenta que en los primeros tiempos de la República no existían dentro de la identidad nacional dos entidades importantes, desde el punto de vista real e histórico, que fueron Maracaibo y Coro. Maracaibo vino a formar parte de la entidad independiente cuando se consumó el movimiento que patriotas zulianos adelantaron para asegurar su fisonomía irrenunciable de venezolanidad, el movimiento de declaración de Maracaibo y del Zulia como una parte integrante de Venezuela. Después vino la incorporación de Coro. Maracaibo y Coro podían tener el derecho de reclamar su presencia simbólica en la unidad de Venezuela. No hemos visto que hubiera habido un movimiento en cada una de estas entidades para que se incorporara otra estrella. De haberlo planteado, era imposible negarlo y entonces en vez de las ocho estrellas, serían diez las que vendrían a reflejar la entidad político-territorial que comprendiera el territorio actual de la nación. Todos, los siete firmantes de la declaración del 5 de julio de 1811 y los que firmaron después ya eran venezolanos que tenían arraigado el sentimiento nacional.
La cuestión de los símbolos nacionales es algo que depende de muchas circunstancias. La aspiración universal es a que cada país tenga sus símbolos con carácter definitivo. Son símbolo de la identidad. Y el error más grande es la modificación que se ha realizado en muchos países. Me atrevería a insinuar que en casi todos se han realizado modificaciones para expresar sentimientos de diversas corrientes o grupos que han ejercido la personería de sus respectivas entidades durante algún tiempo. Estados Unidos, por ejemplo, agregó una estrella al incorporar un estado a su territorio. Si en Venezuela se estableciera una estrella por cada nuevo estado tendríamos que llegar a las veinticuatro tal vez, lo cual le daría una deformación a nuestro símbolo nacional. Pero, después de discutir la materia, los patriotas concluyeron que era más propio mantener las siete estrellas como un recuerdo del origen del país, como un recuerdo permanente al 5 de julio de 1811. Mientras se muevan los signos menos valor tendrán. El valor de los símbolos de la patria está vinculado al hecho de su permanencia.
Mientras más prevalece un símbolo, más valor tiene en el sentimiento nacional. El Orinoco será siempre el río de las siete estrellas como lo llamó Andrés Eloy.
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ResponderEliminarRafael Caldera // Reflexiones de Tinajero
Oposición
A la culminación del proceso que ha vivido el país en búsqueda de una revocación democrática en la Presidencia de la República, los resultados todavía no están suficientemente claros y se quiere impedir el ejercicio de los derechos a la oposición.
En todo caso, sea cual sea el resultado final del referendo, hay un hecho imposible de desconocer, que existe un elevado porcentaje de venezolanos que no está de acuerdo con el gobierno del presidente Chávez y que está dispuesto a mantenerse en la oposición. Y esa oposición debe respetarse.
La existencia de una oposición es un elemento indispensable del sistema democrático. La garantía para aquellos ciudadanos que no están de acuerdo con el Gobierno y su derecho a expresar sus puntos de vista son un elemento indispensable para que se pueda decir que existe un régimen democrático. Por ello, es un error del presidente Chávez el salir a descalificar a esa oposición que votó por su salida de la Presidencia y que merece todo el respeto que corresponde a los movimientos de oposición de los países verdaderamente democráticos.
La oposición tiene derecho a que se le respete. Tiene derecho a expresar sus ideas y ejercer sus derechos y facultades. Desconocérselo es desconocer la existencia de la democracia.
Por tanto, la campaña que se está realizando por los voceros de la oposición democrática para que se demuestre la existencia de un fraude electrónico es de una gran importancia. Si revisamos en forma completa y total el estado de la votación y se confirman los resultados dados por los voceros del Gobierno, habrá que aceptarlos, pero si se confirma el estudio de los resultados arrojados por las máquinas electrónicas que dijo otra cosa de la voluntad de los electores, la rectificación es indispensable. Esto es fundamental. El respeto a los derechos de la oposición es punto de partida para que se diga que en Venezuela ha triunfado el sistema democrático. Lo otro es ir a una situación de presión que dejaría la duda del caso y que crearía una desconfianza total en los próximos eventos electorales. En lo inmediato, lo más urgente es la renovación del mandato de los gobernadores de estado y alcaldes municipales. Pero ir a una elección sin tener confianza en que los elegidos representan efectivamente la voluntad de los electores sería fatal. Esto es muy claro y debe entenderlo el presidente de la República. Tienen perfecto derecho los electores que estuvieron en colas de 7, 10 y más horas de espera para emitir su voto, a lo que los obligó una operación morrocoy, al desconocimiento de los resultados ofrecidos y a reclamar la rectificación. El derecho a la duda es indiscutible. Los que se sacrificaron para expresar su voto aguantando hasta altas horas de la noche tienen derecho a que se respete su duda. Este derecho a la duda debe conducir a una claridad definitiva.
En todo caso, la oposición existe, está viva y vigorosa, ha dado muestras de voluntad, de sacrificio para ejercer sus derechos.
Respetarla es indispensable