El diálogo como instrumento de análisis y como premisa de acción
La
Rábida ha sido un modelo de diálogo. Me ha llevado a evocar las
interminables exposiciones y discusiones que el futuro descubridor de
América tuvo que realizar durante años con frailes y con sabios para
inclinarlos a respaldar su tesis.
El diálogo es una necesidad
primaria de la construcción de un nuevo orden en libertad y justicia
para la América Latina. Hay todo un acervo ideológico que procesar y
sistematizar; hay todo un acervo documental y experimental que analizar y
aprovechar.
Diálogo entre políticos y científicos y técnicos;
diálogo en el seno de cada sector y, en primer término, en el seno de
cada uno de esos tres sectores mencionados.
Es
preciso que los políticos tengan el hábito de dialogar con los
políticos para que sean capaces de dialogar con los demás; es
indispensable que los científicos dialoguen sin cesar con los otros
científicos y que los técnicos dialoguen con los técnicos, para que
puedan aportar el resultado de sus estudios e investigaciones al diálogo
general.
Estas parecen afirmaciones simples y hasta necias, pero la
experiencia demuestra cuán difícil se torna el diálogo entre personas
del mismo oficio con puntos de vista diferentes.
Se parte a menudo de
determinados cartabones y se menosprecia o se mira mal al que no los
comparte. El hábito de oír y de admitir que en el pensamiento de los
demás puede haber verdades aprovechables, de aceptar que en la ciencia o
experiencia de los demás puede haber conocimientos útiles, es en la
América Latina un lujo de que con frecuencia carecemos. Caemos con
facilidad en la intransigencia y este error no es privativo de los
hombres de acción, sino que alcanza a aquellos campos donde menos
debería prosperar.
Hay congresos científicos me refiero concretamente
a las Ciencias Sociales en los que no se quiere admitir más ciencia que
la inspirada en determinados presupuestos ideológicos. Hay ambientes
científicos donde la tolerancia brilla por su ausencia.Hay universidades
donde ya desapareció la posibilidad de exponer ideas disímiles de las
que se imponen por determinados grupos. Se pierde la costumbre de oír
disentimientos y con ello se mutila el espíritu del pensador o del
investigador de uno de los instrumentos más estimulantes para la
búsqueda sincera de la verdad.
El diálogo supone disposición para
escuchar y no únicamente para hablar. El diálogo como lo observaron
algunos de los participantes del Foro de La Rábida funciona a plenitud
cuando lo anima la buena fe, cuando lo incita la libertad, cuando lo
preside el respeto recíproco. Hay quienes reclaman el diálogo cuando son
minoría pero lo ignoran cuando son mayoría. El diálogo verdaderamente
fecundo es el que se realiza de igual a igual con la conciencia de esa
igualdad esencial que hay entre una persona humana y otra persona
humana, sin la previa contabilización del número o la fuerza con que se
cuenta para de ella derivar la actitud.
El
recuerdo de la capacidad de diálogo mostrada en La Rábida por
participantes de gran modo diversos, será para quienes allí estuvimos un
estímulo y una comprobación de que, no sólo los anglosajones sino
también nosotros, somos capaces del noble esfuerzo de hablar y
escuchar,en actitud de buena fe y con el estimulante propósito de buscar
sinceramente la verdad.
Sacado de la pagina WEB oficial del ex-presidente: Dr. Rafael Caldera Rodriguez y la imagen de la WEB oficial de La Rabida.
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